Cuando planificamos una inversión, hay criterios que son fundamentales antes de tomar una decisión. Son tales como el riesgo, la financiación, el momento actual, el producto…pero, el más determinante de todos es la rentabilidad.
En términos financieros, la tasa de rentabilidad simple es el porcentaje del beneficio neto sobre la inversión total, siendo el plazo de recuperación de la inversión la inversión dividido los beneficios anuales. Con este rápido cálculo orientativo, cometemos errores que pueden poner en riesgo el dinero invertido.
Para calcular el plazo de recuperación de una inversión, hay que calcular el flujo de fondos (proyecciones financieras) y así comprobar cuando los retornos de dinero nos devolverían la inversión inicial. Este flujo de fondos tiene que considerar absolutamente todos los gastos e ingresos que se deriven de la actividad, incluidos los de las amortizaciones de instalaciones que existan, ya que en poco tiempo habrá que hacer nuevas inversiones para ponerlos operativos. Además, datos como incrementos de gastos generales, la canibalización de otros productos que ya tenemos, los gastos de I+D invertidos en el estudio del proyecto.
¿Dónde se suelen cometer errores que pueden llevar al fracaso del proyecto?
Siga leyendo en:
http://soluzionaconsulting.com/noticias/39/la-rentabilidad-de-las-inversiones